Ya siempre hemos hablado sobre las campañas políticas de la localidad, nos parecen más importantes que cualquier otra porque es a nosotros a quienes nos interesa y nos afecta verdaderamente, además, sabemos a tanteos las costumbres de los candidatos, los analizamos en lo cercano, su preparación y sus intensiones. Así que recurrimos a los juicios sobre la persona o personas que se encargarán en la administración, más que a sus ideales o ideas políticas.
Y es así porque no vemos un despliegue de ideas o proyectos claros, convincentes e incluyentes de la participación civil. El rito de la ahora muy popular “democracia” se reduce a los slogans de campañas, en las que todos o “quieren mucho a su pueblo” o “merecemos el progreso” –después nos dirán qué significa eso de “progreso” o por lo menos cómo lo entienden ellos-. Hay candidatos que incluso se atreven a decir que son los mejores porque son honrados, como si la honradez fuera una característica de la persona o de una administración, sin ver siquiera que la honradez, como virtud, se ejerce constantemente: se hacen cosas con honradez, no se es honrado desde siempre y para siempre. Y, como son honrados, no hace falta que nosotros observemos su desempeño y así no tengamos que entrar activamente a reclamar cuentas claras.
Se nos antoja no participar en el rito de la democracia, no sólo por lo que dice Ambroise Bierce sobre el elector.- “s. aquel que goza del sacrosanto privilegio de votar por un candidato elegido por otros” también por otras consideraciones; -se dirá que en Santa Ana Maya un partido permitió elegir a su candidato de tres opciones (pero cuántos de nosotros postulamos a uno de los tres, a cuántos de nosotros nos representan, cuáles han abierto foros para discutir qué municipio queremos)-.El rito de la democracia se reduce a la mera elección, a la acción de escoger. Sí, esa es la democracia que hasta ahora se ha formulado. Se ha querido separar la “elección” de las “votaciones”. Y se dirá, también, que se elige primero y después se vota, pero entre las propuestas resultaría lo mismo votar por uno o por otro: ¿cuál es la diferencia? Todos van a construir calles, capillas, todos van a poner a una banda de viento los días de fiesta, con suerte muchos mandarán construir gigantescos monumentos de su ego, dudaremos de la honestidad de todos.
Hasta el momento no he visto una propuesta incluyente. No he visto una propuesta educativa, mucho menos una propuesta política. Por desgracia la presidencia siempre se ha tomado como un aparato administrativo en el que a lo mucho se prometen apoyos económicos o administrativos a l@s ciudadan@s. Y es aquí, en su mera tarea de administrar donde también se equivoca, no gasta en las necesidades civiles y si lo hace tiende a ser caprichoso, a regatear la ayuda. Incluso en lo popular (la fiesta patronal y la reapertura) carece de visión de orden y limpieza básicos. Las administraciones en turno no nos dan, ni siquiera de lejos los elementos para que nosotros, l@s ciudadan@s participemos en la vida pública de una forma activa. No nos dan elementos para educarnos –no me refiero a saber leer y escribir, sino a la educación cívica y cultural indispensable.
Todo parece indicar que los señores candidatos se consideran terriblemente buenos en la política, son casi Mesías de la función pública. Ellos y sólo ellos podrán sacar al municipio del atraso y, de pasada, limpiarán hasta los últimos rincones de la suciedad que, según ellos, se esconde en las anteriores administraciones. Vaya idea que tienen de sí mismos. No se conforman con saberse los mejores: quieren que nosotros nos enteremos y les rindamos culto…claro, por eso en sus campañas se hacen acompañar de un nutrido grupo de niños y “organizadores de mítines”. En su extraña lógica, según vemos, el que haga más ruido, lleve más carros al mitin o regale más globos a los niños ganará ¡ellos si saben de política!
por Arin B. R.
martes, 9 de octubre de 2007
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